Comentario
Los años que median entre la mitad de los cincuenta y el comienzo de los sesenta fueron de aparente estabilidad y progreso en la Europa occidental y democrática. Francia pareció encauzar hacia una mayor solidez sus instituciones políticas, Gran Bretaña todavía no era por completo consciente de su decadencia económica y Alemania e Italia dieron la sensación de haberse integrado entre los países más desarrollados desde el punto de vista económico. El comienzo de la unidad europea hizo hacer aparecer sobre el tapete internacional una nueva realidad que, si en un principio era exclusivamente económica, podía tener posteriores desarrollos. Además, aunque la capitalidad del mundo en las artes plásticas era ya Nueva York más que París, bien puede decirse que Europa conservaba buena parte de su hegemonía en el mundo de la cultura.